Si una disciplina ética ha caracterizado al estoicismo esta es, sin duda, la de combatir la adversidad. Desde que Zenón de Citio tuviera que recomenzar su vida sin posesiones tras haberlo perdido todo en el naufragio de su navío, se sucedieron una tradición de filósofos estoicos que, pudiendo representar más o menos con su experiencia vital lo que significaba vencer a la adversidad, todos comparten horas de reflexión al respecto y haber forjado las bases de lo que, en palabras de nuestro querido Marco Aurelio, es “una ciudadela mental fortificada ante la adversidad”.
La mente inalterada por violentas pasiones es una ciudadela, y un hombre no tiene fortaleza más segura en la que refugiarse.
Marco Aurelio
Así, a día de hoy podemos afirmar sin miedo a equivocarnos que no ha existido una escuela filosófica que dotara de mayor importancia en sus obras al vencimiento de la adversidad como lo ha podido hacer el estoicismo.
La adversidad para los estoicos
Como vimos en el artículo Qué es el estoicismo, el estoicismo es un ideal al que aspirar en el que se persigue la imperturbabilidad ante los acontecimientos externos. Y ninguno de nosotros, como humanos que somos, podemos llegar a alcanzarlo por completo, sino que, desde su filosofía, nuestro objetivo será perseguir dicho ideal.
A raíz de esto, y centrándonos en la materia que nos atañe, podemos observar que el estoicismo no plantea unos mandamientos ante la adversidad, ni una forma establecida de sobreponernos a ella. Sin embargo, prácticamente la totalidad de los autores que persiguieron este ideal —a los que llamamos estoicos— dejaron referencias escritas sobre su forma de interpretarla y de enfrentarse a ella.
Así, siguiendo este planteamiento, podemos sacar en claro que:
- No existen axiomas estoicos frente a la adversidad.
- Pese a que comparten un mismo marco, cada autor tiene su interpretación particular de la filosofía (y, por ende, de la adversidad).
Por tanto, la mejor manera de estudiar el enfoque que le da el estoicismo a una de sus más vastas ramas es analizando uno por uno a cada uno de sus autores. Y qué mejor que empezar por el emperador Marco Aurelio, quien se ha convertido en el referente clásico del estoicismo en la actualidad, y cuyos ejemplo y memoria han perdurado en su legado, vigente aún hoy, dos milenios tras su muerte.
Marco Aurelio, el emperador filósofo
Marco Aurelio nació en Roma en el año 121 d.C. y desde muy temprano atrajo el interés de algunas de las personas más influyentes de la época, que lo consideraban un joven muy avanzado a su edad. Tanto fue así que el emperador Adriano, tras la muerte de su hijo adoptivo, nombró como heredero al trono a Antonino Pío bajo la condición de que colocase a Marco Aurelio —por aquel entonces Marco Elio Aurelio Vero— y a Lucio Vero —hijo del que iba a ser su sucesor— como los siguientes en la línea sucesoria.
Busto de Marco Aurelio, expuesto en el museo del Louvre.
La muerte de Antonino Pío se produjo en el año 161 d.C., momento en el que ocurre el primer acto público que denota la virtud de la que Marco Aurelio posteriormente tantas veces hizo gala. El hecho de que Marco —como se refiere a él Maquiavelo en su obra El Príncipe— fuese el mayor de los dos aspirantes al trono, así como el más popular entre los ciudadanos, hacía pensar que sería el elegido para convertirse en emperador. Pero llegado el momento fue él mismo quien insistió en que Lucio Vero debía acompañarlo en el trono, ascendiendo así los dos herederos al trono —algo que solo se había producido una vez en la historia del Imperio—.
Esta obra, más allá de convertirse en una guerra interna, le valió al emperador la diligencia y la lealtad del que fuera su rival, pese a que en un primer momento este pareciese más dado a las festividades que a la capacidad de estar al frente de un gobierno. Y discurrió sin inconvenientes hasta que ocho años más tarde un ataque de apoplejía pusiera fin a la vida de Lucio Vero y con ello al mandato compartido.
La primera elección de Marco Aurelio
Al parecer, Marco no solo fue un avanzado a su edad en su juventud, sino que durante toda su vida fue un adelantado a su tiempo. Con este acto, que en su momento sería como poco contraintuitivo, ya estaba sentando las bases de lo que luego serían contrastadas metodologías de desarrollo social.
Esto lo vemos reflejado en el best seller Cómo ganar amigos e influir sobre las personas de Dale Carnegie, donde el autor, tras años de estudio, recoge las mejores técnicas interpersonales puestas en práctica por las personas más influyentes de la historia. Y como no podía ser menos, pone de manifiesto —concretamente en su séptima regla— que se le “dé a la otra persona una reputación a la que hacer honor”. Básicamente, lo que hizo nuestro protagonista con un joven descarriado que terminó su mandato con un currículum impoluto.
De esta forma daba comienzo el mandato de Marco Aurelio: ante la posibilidad de que el otro aspirante se sublevara y diera pie a una disputa interna, prefirió tenderle la mano y anticiparse al problema. No tuvo que enfrentarse a la adversidad ya que fue más rápido que ella.
De aquí extraemos su primera lección: Antes de enfrentar un problema, trata de que este no llegue a ocurrir. Es el ejemplo perfecto de lo que luego fueron los años de su administración.
La adversidad vista desde lo más alto
Que la piedra angular del pensamiento de Marco Aurelio frente a la adversidad sea anticiparse a ella no es baladí: no olvidemos que de sus decisiones dependían las vidas de millones de personas y que, tras su paso por la vida, fue considerado uno de los “Cinco Buenos Emperadores”. Para aguantar el peso del Imperio sobre sus hombros y no poner en riesgo a su pueblo necesitaba anticiparse a la adversidad. De ahí que todo su enfoque al respecto —el aplicado, al menos— derive de esta máxima.
Marco Aurelio gobernó el Imperio Romano en uno de sus periodos de mayor apogeo.
Más cerca de Locke que de Ironman
La vida y obra del romano ha hecho correr ríos de tinta desde su fallecimiento. El que fuera emperador de todo el Imperio dejó tras él una estela de estudiosos y comentaristas que han tratado de sacar punta a lo que pudo llegar a ser una figura cercana en sapiencia a la de Sócrates en su época, con la influencia que le otorgaba ser la persona más poderosa del globo.
Lo más probable en estas condiciones era convertirse en alguien que de alguna forma dejase evidenciado su poder en los libros de historia. Sea dejándose llevar por sus pretensiones de trascendencia y tratando de conquistar el resto del mundo, como tantos otros han tratado de hacerlo; o en el mejor de los casos, aspirando a ser el salvador del imperio y cubrirse de gloria, por pura vanidad. Algo así como un Tony Stark sobre cuadriga.
De cualquier modo, esto, como sabemos, no acabó siendo así. Al que llamaran verissimus (el ‘honesto’), lejos de tratar de dejar su firma en los libros de historia por medio de la intervención directa en las vidas de la gente y manejarlas a su antojo, renunció a dicho reconocimiento.
En un periodo en el que las guerras y las conquistas estaban al orden del día y en que se podía apuñalar en el ojo a un esclavo por tener un mal día1, Marco Aurelio prefirió dar un paso al costado, dejar a las gentes de su Imperio libres y retirarse, de la más frugal de las formas, a poner a prueba su estoicismo. Unos cuantos siglos más tarde, el filósofo británico John Locke preconizaba un modelo social en el que se minimizara el intervencionismo de los gobernantes y de nuevo Marco Aurelio, con su ejemplo, daba pie a teóricos futuros. Fue así como pudo vivir una vida virtuosa y dejar un legado de paz y enseñanzas a los que llegamos tras él.
Llegamos de este modo a su segunda lección práctica contra la adversidad: No te entrometas en la vida de la gente y estos no se rebelarán ante ti.
Si alguna vez te encuentras al mando de cualquier proyecto y quieres saber cómo obraría un líder bueno —que también un buen líder—, Marco Aurelio es tu ejemplo a seguir.
Meditaciones
Hasta el momento hemos visto cómo era Marco Aurelio en la práctica, es decir, su manera de actuar en tanto que emperador. Ahora nos centraremos en la otra cara de la moneda, su vertiente filosófica, a la que se dedicó principalmente en sus últimos años de vida.
Pese a que siempre coordinó ambas disciplinas, en lo referente a su estudio, hemos pasado de un Marco Aurelio más dedicado a su Imperio a otro más enfocado en la filosofía.
Lejos de querer llegar al gran público escribiendo libros, todo lo que nos queda de él son un conjunto de notas manuscritas que guardaba consigo con el fin de leer constantemente y recordarse a sí mismo lo que, a su parecer, eran las normas para vivir con dignidad de acuerdo al estoicismo. Es lo que a la postre, y una vez recopiladas, hemos llamado Meditaciones.
De ellas podemos extraer tres formas de enfrentar a la adversidad según el momento en que nos encontremos.
Prepárate para el mayor de los problemas
A Marco Aurelio no le bastaba con adelantarse a la adversidad, en su fuero interno también creaba situaciones en las que todo se torcía y tenía que actuar en consecuencia. Esta técnica, tan utilizada por los filósofos estoicos, es lo que se denomina Praemeditatio Malorum.
No imagines tener las cosas de las que careces. Elige las mejores cosas que tienes y piensa cuánto las extrañarías si no las tuvieras.
Marco Aurelio.
Prepárate ante la peor adversidad posible y nada de lo que esta te haga podrá sorprenderte.
No trates de entender la adversidad: actúa
En el momento en que nos encontramos con la adversidad de frente, todo lo que nos queda por hacer es alinear los cinco sentidos en vencerla. Ya tuvimos tiempo de prevenirla y de tratar de evitarla. Llegados a este punto, solo nos queda una cosa: actuar.
¿El pepino está amargo? Tíralo. ¿Hay palos en el camino? Rodéalos. Es todo lo que necesitas saber. No exijas saber por qué. Cualquiera que entienda el mundo se reiría de ti, igual que se reiría el carpintero si te enfadas por ver serrín en su estudio.
Marco Aurelio.
Si lo puedes tolerar, toléralo. Deja de quejarte.
Marco Aurelio.
Querer entender la situación no va a ayudarnos a superarla, a eso ya le llegará el turno una vez la hayamos vencido y lo veremos en el siguiente apartado. Mientras tanto, solo nos vale la acción.
Aprende de la adversidad
Cuando ya hemos hecho frente a la adversidad, de nosotros depende cómo afrontarla. Para ello, Marco Aurelio nos dejó dos meditaciones que son especialmente clarificadoras en este punto.
En la primera de ellas, expone:
Soy afortunado, porque, a causa de lo que me ha ocurrido, persisto hasta el fin sin aflicción, ni abrumado por el presente ni asustado por el futuro. Porque algo semejante pudo acontecer a todo el mundo, pero no todo el mundo hubiera podido seguir hasta el fin, sin aflicción, después de eso. (…) No es eso un infortunio, sino una dicha soportarlo con dignidad.
Marco Aurelio.
Vemos que su importancia reside en la interpretación de los hechos. Marco, lejos de conformarse con haber superado su problema, busca sacarle partido y beneficiarse de él.
Como el fuego, cuando se apropia de los objetos que caen sobre él, bajo los que una pequeña llama se habría apagado. Pero un fuego resplandeciente con gran rapidez se familiariza con lo que se le arroja encima y lo consume totalmente levantándose a mayor altura con estos nuevos escombros.
Marco Aurelio.
En situaciones en las que cualquiera se hubiera comportado como una pequeña vela de una tarta de cumpleaños, un estoico sale fortalecido avivando su llama ante el viento.
Recuerda las enseñanzas de Marco Aurelio, sé como el fuego.
Lo fundamental en su lectura
Para entender su filosofía, lo mejor que podemos hacer es entender el contexto en que vivió e interpretar tanto sus experiencias vitales como su forma de entender el mundo a través de sus escritos.
El que la filosofía estoica en vez de ser metafísica sea eminentemente ética da lugar a que sus escritos difícilmente envejezcan con el tiempo como lo puedan hacer los primeros. Esto se debe a que el desarrollo de la ciencia puede refutar las ideas platónicas sobre el dualismo de cuerpo y alma, pero difícilmente lo haga sobre las enseñanzas de vida estoicas, destinadas principalmente a la práctica. Las primeras tratan de teorizar; las segundas, de aplicar.
En la actualidad, las meditaciones de Marco Aurelio están vigentes como el primer día, y sus referencias a la adversidad no pueden ser menos.
Pero no todo lo que nos enseñó está presente en sus escritos. Para lograr sacarle jugo a todo el legado que nos dejó, debemos entender que además del filósofo que nos expuso sus ideas, también fue un emperador que mucho de lo que hacía —posiblemente sacando partido de su subconsciente— no pudo verse reflejado en el papel hasta siglos más tarde.
Como buen estoico, fue capaz de actuar por encima de sus posibilidades.
Así que no sabemos si estos serían los consejos que el propio Marco Aurelio nos daría de cara a afrontar la adversidad —al menos los dos primeros—, pero sin duda han sido los que él puso en práctica y que le llevaron a ser el mejor emperador-filósofo que ha dado la historia. Consejos que, por más que viviese hace dos milenios y que otease el horizonte desde su atalaya de emperador romano, bien podríamos utilizarlos cualquiera de nosotros hoy día.
Por lo que si:
- Antes de enfrentar un problema, tratas de que este no llegue a ocurrir.
- No te entrometes en la vida de la gente (y estos no se rebelarán ante ti).
- Te imaginas la peor situación posible.
- Ante la adversidad solo actúas.
- Aprendes de los problemas y sales fortalecido.
Estarás actuando como lo haría Marco Aurelio. Y eso mola más que cualquier armadura de acero.