La virtud es uno de los pilares de la filosofía estoica: el camino para llegar a tu yo ideal. En este artículo entenderás mucho mejor qué es la virtud, a través de la historia de Hércules. Profundizaremos también en cada una de las cuatro virtudes cardinales del estoicismo: sabiduría , templanza, justicia y coraje.

Vamos ello 🙂


¿Qué es la virtud?

Los estoicos tienen como fin último la eudaimonia. El florecimiento del individuo. Alcanzar nuestro máximo potencial. O, como se ha traducido a nuestro idioma, alcanzar la felicidad. Para ello, los estoicos se centran en lo que podemos controlar: actuar de la mejor forma posible, es decir, actuar guiados por la virtud.

El bien y el mal no reside en las cosas. El bien reside en actuar con virtud. El mal reside en actuar bajo los vicios. El resto es indiferente. Bien y mal son calificativos que solamente hacen referencia a nuestra forma de actuar. No hay cosas buenas y malas, todo depende de qué uso les des.

Hércules fue uno de los ideales estoicos a los que aspirar. Un héroe que decidió guiar su vida por la virtud desde bien joven. Jenofonte, un antiguo historiador, recogió en una de sus obras [1] la elección a la que se enfrentó en su juventud. Este suceso ilustra a la perfección qué es la virtud.

La elección de Hércules : ¿placer?

Hércules, se acercaba a la edad adulta. No sabía que hacer con su vida. Tanto darle al coco, cayó dormido y se puso a soñar. Se abrían frente a sus ojos dos caminos. De cada uno de ellos, se le acercó una mujer. Por un lado areté (Virtud). Por el otro, hedoné (Placer). Placer, se adelantó a Virtud y le lanzó a Hércules su propuesta:

El cuadro Hércules en la encrucijada, por Annibale Carracci (1596) representa la difícil elección entre el placer y la virtud.
Hércules en la encrucijada, por Annibale Carracci (1596) Fuente.

«Yo te llevaré por el camino más dulce y más fácil y no te quedará sin probar ninguno de los placeres. Vivirás sin conocer las dificultades y las penas. En primer lugar, no tendrás que preocuparte de guerras ni trabajos, sino que te pasarás la vida pensando qué comida o bebida agradable escoger, qué podrías ver u oír para deleitarte, con qué aromas te gustaría perfumarte y con qué jovencitos te gustaría más estar acompañado, cómo dormirías más blando y cómo conseguirías todo ello con el menor trabajo.

Y si alguna vez te entra recelo por los gastos para conseguir eso, no pienses que yo te llevaré a esforzarte y atormentar cuerpo y espíritu para procurarlo, sino que te aprovecharás del trabajo de los otros sin privarte de nada de lo que se pueda sacar algún provecho, porque a los que me siguen yo les doy la facultad de sacar ventajas por doquier.»

¿O virtud?

Placer le prometió a Hércules una vida fácil. Con atajos. Sin retos. Una vida con el menor trabajo posible. Tras la propuesta de Placer, dijo Virtud:

«No te voy a engañar con preludios de placer, sino que te explicaré cómo son las cosas en realidad, lisa y llanamente, tal como los dioses las establecieron.

Porque de cuantas cosas buenas y nobles existen los dioses no conceden nada a los hombres sin esfuerzo ni solicitud, sino que, si quieres que los dioses te sean propicios, debes honrarlos, si quieres que tus amigos te estimen, tienes que hacerles favores, y, si quieres que alguna ciudad te honre, debes servirla; si pretendes que toda Grecia te admire por tu valor, has de intentar hacer a toda Grecia algún bien; si quieres que la tierra te dé frutos abundantes, tienes que cuidarla; si crees que debes enriquecerte con el ganado, debes preocuparte por él; si aspiras a prosperar en la guerra y quieres ser capaz de ayudar a tus amigos y someter a tus enemigos, debes aprender las artes marciales de quienes las conocen y ejercitarte en la manera de utilizarlas.

Si quieres adquirir fuerza física, tendrás que acostumbrar a tu cuerpo a someterse a la mente y entrenarlo por medio de trabajos y sudores.»

Virtud le prometió un camino difícil. Con posibles recompensas y con grandes sacrificios. Hércules se decantó por Virtud. No vivió una vida fácil pero sí con sentido. Realizó duros trabajos a cargo del rey Euristeo. Se equivocó varias veces por el camino, pero siguió esforzándose hasta el punto de ser ascendido a dios.

Ya tenemos una idea de lo que es la virtud. Ahora toca entrar en profundidad en cada una de ellas.


Las virtudes cardinales del estoicismo

Sabiduría, pero que sea práctica.

Los griegos contaban con dos tipos de sabiduría. Por un lado sophos o nuestra capacidad para entender el mundo. Por otro, phrónesis, prudencia o sabiduría práctica. La habilidad para navegar por las diferentes circunstancias de la vida.

Atenea frente al Parlamento de Austria. Representa la sabiduría entre los dioses griegos, la virtud cardinal principal en el estoicismo.
Atenea frente al Parlamento de Austria. Representa la sabiduría entre los dioses griegos. Fuente

La sabiduría práctica, a través del autoconocimiento y el conocimiento de la realidad que nos rodea, nos permite:

  • Distinguir lo que está bajo nuestro control de lo que no.
  • Determinar la mejor decisión en cada situación particular.
  • Elegir mejor los pensamientos con los que convivimos.
  • Interpretar los problemas de forma realista.
  • Identificar las oportunidades.
  • Aplicar el pensamiento crítico.

Para desarrollarla, necesitamos de experiencia.

«La razón es que la Prudencia incluye un conocimiento de hechos particulares, y esto se deriva de la experiencia, la cual un hombre joven no posee; la experiencia es el fruto de los años

Ética a NicómacoAristóteles.

Ser joven (o/y inexperimentado) no debe servirte como excusa. La sabiduría es un ideal al que aspirar. Siempre podrás adquirir más experiencia. Siempre podrás aprender de nuevas situaciones. Perseguir la sabiduría es el objetivo. Nunca llegarás a ser un sabio, pero podrás acercarte a ese ideal.

Es importante mencionar que los estoicos heredan de Sócrates la phrónesis como virtud central. Aunque con la virtud no hay medias tintas. O actúas con virtud, o no, de entre las cuatro, la sabiduría práctica guarda un papel central. Las otras tres virtudes cardinales, templanza, justicia y coraje, son manifestaciones parciales de la prudencia. [2]

La templanza para ser tu propio dueño

«No basta con alcanzar la sabiduría, es necesario saber utilizarla.»

Marco Tulio Cicerón.

La templanza se logra con autocontrol y fuerza de voluntad.

  • Sirve de freno a nuestras reacciones.
  • Permite que seas menos impulsivo.
  • Ayuda a moderarte con los placeres.
  • Y mantiene tu ego a ralla.

La templanza nos convierte en nuestros propios dueños. En un mundo fuera de nuestro control, es la mejor estrategia.

“Al no poder gobernar los eventos, yo me gobierno a mí mismo.”

Michel de Montaigne.

A la hora de conseguir tus objetivos, esta virtud se convierte en tu mejor aliada. Habrá días en los que las ganas decaigan. La capacidad de elegir la acción necesaria, pasará por la disciplina. Desarrollar esta capacidad te permitirá ser libre.

Disciplina como forma de autogobierno.

La justicia como fin

Pensamos que los estoicos son personas frías. Individuos centrados en mejorar a toda costa a los que el resto les importa un comino. Como muchos prejuicios, está equivocado. El estoicismo no solo se centra en el individuo olvidándose del mundo. Entre sus virtudes hay «una fuerza cívica que subyace en una comunidad sana [3]: la justicia.

Esta «fuerza» incluye:

  • Ser un buen ciudadano.
  • Tener la capacidad para liderar un grupo.
  • Trabajar en equipo.
  • Cuidar tus relaciones.
  • No actuar por venganza.
  • Actuar con integridad.
Estatua de la Señora de la Justicia en Frankfurt en Alemania representa una de las virtudes cardinales del estoicismo: la justicia.
Estatua de la Señora de la Justicia en Frankfurt, Alemania. Realizada por Philippe Oursel. Fuente

Las personas no son herramientas en nuestra vida. Las personas son fines en si mismos. No ayudas para algo. Ayudas por la propia acción de ayudar. Como se recordaba Marco Aurelio en sus Meditaciones:

«La recompensa de una buena acción es haberla hecho.»

Ser justo independientemente de las circunstancias. Ser justo siempre, incluso cuando nadie te mire.

Antes de pasar con la última virtud me gustaría hacer una diferenciación. Justo no es lo mismo que legal. La justo va mucho más allá de las leyes. A veces, incluso puede requerir romper con ellas. La justicia estoica se acerca más a lo moral que a lo legal.

Ahora sí, pasemos con la última: el coraje.

El coraje frente a la adversidad

Coraje no es sinónimo de locura. Asumir riesgos en exceso es locura, no coraje. Tampoco es convertirte en un ser de luz sin emociones «negativas» como el miedo, la rabia o tristeza. El coraje es la virtud que te permite hacer lo correcto a pesar de las circunstancias.

Los obstáculos de la vida van a seguir ahí, seas estoico, epicúreo o peripatético. Actuar a pesar de estos obstáculos. Superarlos haciendo de ellos el propio camino. Así actuaría el ideal estoico. Es normal sentir miedo. Es normal estar triste. Es normal tener rabia. Eres humano y esas emociones forman parte de ti. Responder de forma adecuada frente a estas circunstancias es coraje.

En el cuadro Leónidas en las Termópilas, por Jacques-Louis David (1814) se representa una de las virtudes cardinales del estoicismo: el coraje.
Leónidas en las Termópilas, por Jacques-Louis David (1814), Museo del Louvre, París. Fuente.
  • Coraje para enfrentar tu ego.
  • Coraje para luchar contra tus sesgos y acercarte más a la realidad.
  • Coraje para reconocer tus errores, aunque duelan.
  • Coraje para enfrentar las opiniones externas.
  • Coraje para intentar alcanzar tus objetivos.
  • Coraje para admitir todo lo que puedes cambiar.

El coraje debe estar supervisado por la prudencia. No se trata de ser un cabra loca y lanzarse a por todo. Se trata de actuar de forma correcta pese a todo. El coraje se desarrolla practicando la gestión emocional y enfrentando adversidades (de forma voluntaria, o no).


Sabio, moderado, justo y valiente

  • Sabiduría práctica para navegar por las diferentes situaciones de la vida.
  • Templanza para ser tu propio dueño.
  • Justicia para tratar a los demás como el fin.
  • Coraje para hacer lo correcto sin importar las circunstancias.

Estas son las cuatro virtudes cardinales del estoicismo : Sabiduría. Templanza. Justicia. Coraje.

Espero que te haya gustado este artículo.

Ahora toca ponerlo en práctica para acercarnos al ideal estoico.

Sergio.

Bibliografía:

  1. La obra de Jenofonte donde se narra el mito completo: Recuerdos de Sócrates.
  2. Papel central de la justicia explicado en La filosofía helenística por Carlos García Gual.
  3. Definición de la justicia que ofrece el profesor Massimo Pigliucci en su obra Cómo ser un estoico.