En este artículo analizaremos qué hay detrás de las frases positivistas que inundan la filosofía popular hoy día y cómo se contraponen con el estoicismo. A continuación vamos a desmontar al Sr. Maravilloso de la mano de la filosofía.

En muchos viajes, seguir los caminos marcados evita que nos perdamos. Pero muchas veces los caminos más transitados son los más peligrosos. No sigamos, como ovejas, al resto del rebaño, porque nos lleva a donde el rebaño quiere, no a donde nosotros debemos ir.

Séneca.

La cuestión

El mundo actual es un lugar hostil para temerosos y pusilánimes: luchamos contra una pandemia mundial. Encadenamos crisis económicas sin tiempo ni libertad impositiva para aliviar las economías familiares. Enfrentamos adversidades que evolucionan y cambian a un ritmo nunca antes visto en la historia de la humanidad.

Muchas veces la realidad es aplastante: justamente hoy no «es un buen día para tener un gran día» —como algunos nos quieren hacer ver—, otra cosa muy distinta es que lo afrontemos con coraje y determinación.

Mientras tanto, vemos que lo políticamente correcto en estos tiempos que corren es tratar de sostener esta realidad sobre los brazos de una filosofía raquítica que nos hace creer que todo es perfecto y que las cosas salen siempre bien.

La cuestión que nos ocupa no es otra que la de diferenciar entre dos alternativas a la hora de afrontar la vida y los problemas que de ella surgen.

Por un lado, la filosofía preponderante en la actualidad, basada en la negación de cualquier problemática. Por el otro, la estoica, en la que el objeto es su enfrentamiento.

Antes de continuar, es necesario que nos detengamos también a analizar una cuestión nominal de vital importancia. Debemos no confundir términos y ser rigurosos en el abordaje de la materia.

Pese a que en ocasiones hablemos de una filosofía —por enfocarla desde una perspectiva más amplia y simplificar al lector la comparativa—, el término correcto para denominar al asunto que aquí nos ocupa es el de «psicología positiva». Por lo que en ningún caso debemos confundirlo con la «filosofía positivista», la cual sí es una corriente filosófica definida y nada tiene que ver con la temática de este artículo.

La profundidad de la filosofía

La psicología positiva, en su vertiente popular, se basa en una serie de frases motivadoras espetadas sin ton ni son que parecen querer dar solución a cualquier problema que nos acaezca.

Ante esto, quienes defendemos filosofías esculpidas sobre el mármol de la Grecia Clásica —cuya virtud no proviene de su  antigüedad, sino de haber superado el esquema dialéctico hegeliano en un mayor número de ocasiones— tendemos a rechazar esta motivación ilusoria por carecer de fondo teórico en el que basar sus afirmaciones.

Representación del Partenón de Atenas, símbolo de la Grecia Clásica

Sin embargo, si las extraemos y las despojamos de su contexto, bien podrían ser dichas por cualquier estoico en determinadas situaciones… ¿A qué se debe esto? ¿Por qué una misma frase encaja en una determinada filosofía sólo en función del contexto que la envuelve?

Existe un aspecto fundamental que diferencia la filosofía estoica de la que nos presenta nuestro  amigo el Sr. Maravilloso en sus tazas para el desayuno. Pero, del mismo modo, también hay otro aspecto que compartimos y que hace que las mismas afirmaciones puedan ser dichas por ambos.

Todo lo que se vuelve a contar ya es otra historia.
Todo lo que se rompe, inventa su enemigo.
Y la misma canción, al cambiar de persona.
No dice lo de siempre cuando dice lo mismo.

Benjamín Prado.

El control de la situación

Para los estoicos, sólo las cosas que dependen completamente de nosotros pueden ser buenas o malas, el resto son indiferentes. Por tanto, el modo de hacer frente a una situación depende de si podemos o no tomar el control de ella.

Adquiere el hábito de cuestionar cada percepción y preguntarte si es algo que está bajo tu control. Si no lo está, responde simplemente que no te va a preocupar.

Epicteto.
Epicteto, uno de los representantes del estoicismo.

Si es algo que podemos controlar, el estoico lo enfrenta con el coraje de saber que solo así conseguirá superarlo. Sin que esto le suponga una preocupación añadida, pues está en su mano cambiarlo: solo requerirá tiempo y disciplina.

Por el contrario, si es algo que no depende de nosotros, no nos corresponde preocuparnos, ya que nada podemos hacer al respecto.

Si tus problemas tienen solución, no te preocupes; y si no la tienen, ¿para qué te vas a preocupar?

Proverbio chino.

Por tanto, la diferencia principal y el motivo del rechazo a las frases positivas sin justificación es precisamente que no distinguen entre si un problema puede ser abordable o no. Simplemente niegan la mayor y exigen una sonrisa a cambio, por más que la situación nos pueda sobrepasar.

Amor Fati

Esta locución latina, interpretable como «ama tu destino», es utilizada por los estoicos como máxima para describir la actitud de quien ve todo cuanto le sucede en la vida —incluido el sufrimiento y la pérdida— como necesario.

Es decir, la persona siente que todo lo que ocurre forma parte del proceso que da lugar a que el destino se realice, y así debe ser considerado como bueno.

Sin embargo, el destino no es interpretado por los estoicos como algo inevitable, sino como algo sobre lo que tenemos un importante control, pese a sufrir la influencia del azar.

Así, tanto si podemos controlarlo como si no, aceptaremos lo que nos ocurra —pues todo cuanto nos ocurre es acorde a la naturaleza del hombre— y trataremos de ser felices con ello.

Cuando te levantes por la mañana, piensa en el privilegio de vivir: respirar, pensar, disfrutar, amar.

Marco Aurelio.

Si el problema es abordable, trataremos de disfrutar del proceso mientras lo enfrentamos; y si no lo es, simplemente trataremos de sobrellevarlo lo mejor que podamos.

Por esto, podemos encontrarnos con que estoicos y azucarillos prediquen que haya que disfrutar de la vida de un modo idéntico y que, si no rascamos para ver la profundidad del mensaje, ambas frases parezcan decir lo mismo.

Para analizar la situación desde un punto de vista práctico, nos valdremos de un ejemplo que nos permita entender cómo afrontaría un estoico un problema cotidiano en la actualidad.

Un ejemplo cotidiano

Uno de los problemas al que se enfrentan muchas personas hoy día viene del estilo de vida cómodo que tenemos: desde que cambiamos cazar por sentarnos frente a un ordenador como mejor manera de sobrevivir. Nuestro cuerpo se ha adaptado a la forma de las sillas, en lugar de desarrollar potentes cuádriceps para atrapar una presa en un sprint.

Esta evolución nos ha hecho pasar de poder morir de inanición a hacerlo potencialmente por falta de movimiento. Pero dicha transición conlleva otra serie de problemas socioculturales que se van generando a consecuencia del cambio físico.

En la actualidad no son pocas las personas que se sienten a disgusto con su estado físico y que desean cambiarlo, teniendo que enfrentarse a ello —como pareciera lógico—, o… quizás no.

Desarrollemos esta situación en tres componentes fundamentales a la hora de hacerle frente, como son las pautas sociales marcadas al respecto —algo así como el statu quo—; a qué se enfrenta el individuo y cómo lo hace o, lo que es lo mismo, su filosofía para enfrentarlo.

Sociedad

En lo relativo al marco social en el que vivimos, observamos que los cánones de belleza marcan unas pautas propias de un primer mundo en el que la escasez de comida hace tiempo que dejó de ser un problema para el ciudadano medio. En consecuencia, todos los referentes estéticos cumplen unas formas saludables y atléticas.

Individuo

Utilicemos el caso de alguien que, por el motivo que sea, hace años que no realiza ningún tipo de ejercicio, funcionalmente se encuentra limitado. De no poseer una autoestima de auténtico acero, lo más probable es que tampoco esté del todo cómodo con la estética de su cuerpo debido a los cánones de los que hemos hablado previamente.

¿Cómo afrontar este conflicto interno que, a todas luces, tendría un individuo en esta situación?

Veamos la manera socialmente más aceptada de hacerlo y los problemas que ésta desentraña.

Filosofía

Hasta este punto solo tenemos un problema que, siguiendo con el ejemplo que venimos utilizando, sería el de «sentir descontento hacia un estado físico».

Evidentemente, existe un amplio abanico de posibles formas de abordarlo, pero parece que en la actualidad tan solo una es válida a ojos del gran público. Aunque diste mucho de ser la más apropiada.

Ante una situación tal, el discurso positivo actual es el de «estás bien así, la sociedad es la que tiene que cambiar» .

Mensaje positivo del Sr.Maravilloso

Quizás en cierto modo tiene razón, la sociedad no debería juzgar a nadie por su apariencia y ningún individuo debería cambiar por una presión que no fuese la autoimpuesta. Pero esto nos lleva a dos conclusiones claras:

Cuando alguien está centrado en su vida no necesita buscar aprobación externa.

Epicteto.

La primera es que la sociedad cambia de pareceres —si lo hace— a un ritmo mucho más lento al que pueda cambiar un solo individuo —más si es, como en este caso, físicamente—. Por lo que no tiene sentido prolongar esta presión mientras se espera a que la sociedad evolucione.

No pospongamos nada, combatamos la vida a diario.

Séneca.

La segunda conclusión es que mientras esta persona se sigue autoengañando diciendo que todo va bien.

La realidad es que apenas puede moverse y es difícil seguir repitiendo que la mejor solución es sonreírle a la vida cuando sigue habiendo momentos malos en los que la presión se impone.

Crees que tienes que habértelas con muchas dificultades, pero la verdad es que la mayor dificultad está en ti y tú eres el mayor estorbo para ti mismo .

Séneca.

De este modo vemos cómo, pese a tener premisas comunes como son el rechazo a la presión social, que distorsiona la toma de decisiones personales, o la defensa de que se tiene que ser feliz pese a que existan circunstancias adversas —en este caso, desarrollar un amor propio al margen del estado físico—. La manera de afrontar la situación es completamente opuesta entre positivistas modernos y estoicos.

Frente a la negación de un problema y el inmovilismo —sonrisa mediante— como respuesta, el estoicismo defiende que las adversidades se enfrenten con coraje, disfrutando del proceso, pero sin amedrentarse.

Para llevar una buena vida debes ser consistente, incluso cuando no es conveniente, cómodo o fácil.

Epicteto.

El enfoque del Sr. Maravilloso

Llegados a este punto es momento de sintetizar cómo se enfrentan los  problemas desde el modelo positivo actual y el estoico.

En el caso del primero, tenemos sus numerosas y archiconocidas frases que instan a la felicidad y a ver el mundo desde una perspectiva positiva. No hay nada más allá: no hay razonamiento, justificación, ni escala de valores.

El grado sumo del saber es examinar el porqué.

Sócrates.

La reacción ante un problema sobrevenido es negarlo, en tanto que no es tenido en cuenta ni se actúa en función de este. Haya o no un problema, sea atajable o no, esto no se plantea: la respuesta es estar contento.

El buenismo de Mr.Wonderfull y los colorines

De haberlo, el proceso consistiría en volver al punto inicial, plantear un punto de vista positivo y tener una buena predisposición a la hora de afrontarlo.

Una moral que se basa en valores emocionales relativos es una mera ilusión.

Sócrates.

En suma, lo que en todo caso obtendremos ante un problema real mediante la aplicación de esta psicología será, por un lado, culpabilidad por pensar que solo con proponernos algo lo podremos conseguir —cuando puede tratarse de un indiferente— y creer que si no se consigue es por culpa propia. Por otro lado, frustración, de nuevo por no alcanzar un objetivo que únicamente ha sido planteado desde el optimismo sin ser sopesado previamente.

El enfoque estoico

Mientras tanto, el estoicimo, como hemos venido desarrollando a lo largo del artículo, sigue dos procesos en la valoración de cualquier problema:

El primero, basado en discernir si tenemos la capacidad de ejercer control o no sobre el mismo, desarrollando dos enfoques distintos en función del resultado: enfrentamiento o aceptación.

Si algo depende de ti, enfréntalo

Y el segundo, como factor común a problemas controlables y a aquellos que no lo son, seguir la máxima del amor fati, que nos lleva al goce de enfrentar el problema que tenga remedio y de aprender a tolerar aquel que no.

No está en nuestro poder tener lo que deseamos, pero sí está en nuestro poder no desear lo que no tenemos y aprovechar todo lo que nos ha llegado.

Séneca.

Es por ello que, desde la humilde opinión de este estoico que les escribe, antes de aceptar cualquier frase que leamos junto al café, deberíamos pasarla por el tamiz de la filosofía para saber si lo que estamos comprando sirve para endulzarnos el día o si, por el contrario, tan solo es azúcar.