Si has venido a este post esperando una oda a San Valentín, te voy a decepcionar.

Y si has venido buscando comentarios sobre prácticas inspiradas por el título… mala suerte.

Aquí somos irónicos, no chabacanos.

Dicho esto, un 14 de febrero es buen día para hablar del amor, según las tendencias de Google.

Y eso es lo que voy a hacer.

Voy a contarte cómo veían el amor los griegos.

Bueno, no todos. Solo (y ya es bastante) estoicos y epicúreos.

Y te lo advierto… probablemente te sorprendas.

Vamos:

Un poquito de contexto

Que el estoicismo y el epicureísmo son escuelas de filosofía clásica muy tergiversadas, ya lo he dicho en otros artículos.

Así que antes de contarte nada más, te voy a explicar qué eran unos y qué eran otros (y qué no).

Cuando pensamos en estoicismo pensamos en alguien que se mantiene imperturbable ante la vida.

Sin embargo, es un error: un estoico (de la Grecia y la Roma antiguas) no es alguien que no siente, o que no deja que nadie le afecte.

Es alguien que disfruta de las emociones positivas, especialmente de la alegría, y que vive dominando las emociones negativas.

Los epicúreos, por su parte, se han ganado fama de… bueno, de eso, de epicúreos.

Orgía por aquí y por allá, que si una bacanal… Toda una mezcla de cosas que no es verdad.

Los epicúreos y los estoicos coincidían en algunas cosas, y esta es una de ellas: los placeres de la mente son infinitamente mejores que los placeres de la carne.

Así que si te imaginabas a Epicuro en su Jardín (verídico, se montó una comuna) envuelto de orgías y bacanales, te equivocas.

Y si te imaginas a los estoicos siesos e incapaces de emocionarse lo más mínimo… también te equivocas.

Además, cuando se habla de estas dos escuelas de pensamiento hay otra cosa interesante que destacar.

Mientras entre los estoicos hay gran variedad de ideas y opiniones sobre la vida, los epicúreos no añadieron casi ni una coma a lo que dijo Epicuro en su momento.

También es verdad que los estoicos cambiaron mucho desde que nacieron en Grecia y acabaron por ser populares en Roma, ya después de Cristo, y que el Epicureísmo perdió adeptos a la muerte de Epicuro.

También se parecían en algunas otras cosas. En concreto, en su definición de qué es ser feliz.

Cómo ser feliz según estoicos y epicúreos

Mira, los estoicos y los epicúreos creían que la forma de alcanzar la felicidad era con una práctica continua de vivir una “buena vida” o eudaimonía.

Coincidían en que la paz de espíritu (ataraxia) es básica para ser feliz.

En cómo conseguirlo y en qué te da paz, en eso no coincidían, pero bueno.

Creían que para ser feliz debes llevar una vida juiciosa, bella, prudente, y justa.

Un montón de cosas bonitas que tarde o temprano se iban a ver comprometidas por la presencia de otros seres humanos.

Porque uno está muy a gustito hasta que le tocan las narices, y todos sabemos que la culpa siempre es de los otros.

Pero hay otras personas por las que no sentimos desagrado (o no siempre).

Hay personas con las que convivimos, y con las que establecemos lazos afectivos.

No sé, tu madre, tu padre, tus hermanos, tus amigos…

Y serán las personas que más te sacarán de quicio, pero habrás de quererlos.

Pero, ¿cómo quererlos bien?

Amar como un estoico

Verás, los estoicos diferenciaron muy bien los distintos tipos de amor.

Porque si crees que siempre se quiere “igual” a todo el mundo, SPOILER: no es así.

Ni siquiera se quiere “igual” a la misma persona a lo largo de los años.

Ni es igual el enamoramiento que un amor consolidado a lo largo del tiempo, ni es igual el enamoramiento de una pareja, o de otra.

Si te has torturado alguna vez porque quieres distinto a tu pareja actual de lo que quisiste a otra, es natural.

La forma de querer evoluciona a lo largo del tiempo y madura con nosotros.

Dicho esto: los estoicos distinguían los tipos de amor.

Concretamente, cuatro tipos de amor:

  • En primer lugar, la philía, o amor fraternal. No es un amor apasionado y es el que sentimos por aquellos que son iguales que nosotros. Por eso se utilizaba para referirse a la amistad.
  • El amor que se siente por tu pareja y por tus hijos es ágape, y es el tipo de amor que los cristianos dicen que Dios tiene por su Creación.
  • El amor irreflexivo se llama storge. Es el amor que sientes de forma apasionada porque algo te lo genera, incluso aunque no tenga sentido. Como la afición a un equipo de fútbol.
  • Y el eros, el amor erótico. El gran triunfador de los amores, que para los estoicos no era solo carnal, sino mental. De hecho, el significado original de eros, de erotismo, responde a una excitación que trasciende lo puramente carnal para llegar a estimular la mente y el espíritu.

Ahí están, las cuatro formulaciones de lo que es amar para los estoicos.

Pero, ¿son todas igual de buenas?

El matrimonio y el sexo en el estoicismo

En el Manual de Epicteto, conocido como Enquiridión, él dice:

“Con respecto a los placeres del amor, abstente si puedes, antes del matrimonio. Y si gustas de ellos, que al menos sea según la ley. Pero no seas severo con aquellos quienes los usan, no los reprendas ni censures, ni te vanaglories de tu continencia.”

Y así pensaban también otros estoicos tardíos.

Musonio Rufo defendía el sexo solo en el seno del matrimonio, y Marco Aurelio incluso pensaba que debía quedar reducido “a una mera fricción de miembros y una descarga eyaculatoria”.

Verás, creían que uno debía hacerse fuerte y practicar ciertas privaciones para ser resistentes frente al sufrimiento.

Así que el placer sexual quedaba reducido a una faceta muy concreta de la vida: la de la intimidad en el matrimonio.

Pero, ¿qué era el matrimonio para los estoicos, en una sociedad en que las mujeres no eran siquiera ciudadanas?

Pues, por lo visto, los estoicos entendían el matrimonio como una alianza perdurable de cuidado mutuo.

A pesar de ser grandes individualistas y dar un poder extraordinario al cuidado de uno mismo y a la reflexión, los estoicos defendían el matrimonio y el cuidado de ambos miembros de la pareja, de forma recíproca.

Ambos debían cuidarse entre sí y acompañar el crecimiento del otro.

Suena una opción envidiable en los tiempos que corren, ¿no te parece?

Amar a la manera epicúrea

Los epicúreos, como te digo, pensaban diferente.

También distinguían el placer sexual (afrodisía) del amor (eros), y también consideraban que tenía sus inconvenientes

Sin embargo, esos inconvenientes eran bien distintos en comparación con los estoicos.

Marco Aurelio reducía a un mero frotis el acto sexual, Epicuro lo admiraba como una estrategia útil.

Al menos, en ciertas circunstancias.

Verás, los epicúreos eran muy fan de eso de la conveniencia.

Y el placer sexual era conveniente para… relajar tensiones.

Ya sabes, darse una alegría, y eso.

No obstante, el amor romántico era un problemón.

Las parejas monógamas eran un problemón que perturbaba la paz de su comuna en el Jardín y había celos y posesividad y esas cosas… así que no molaba mucho.

Y por eso había que apartarse del amor posesivo y dar paso a la amistad.

La amistad era la relación más pura y más admirable, y aunque también nacía de la necesidad de no sentirse solo, en seguida se convertía en una oportunidad para ser mejor persona.

Porque los epicúreos eran mucho de comportarse como si alguien a quien admirasen estuviera siempre viéndolos.

¿Tú qué harías si Messi supiera qué estás haciendo?

En fin, que eran bastante convenientes. Y la estrategia de “siempre te están observando” es común a muchas otras formas de entender el mundo.

¿No te suena?

Epicúreos y estoicos consideraban los distintos tipos de amor de forma diferente.

Y hoy en día, en Occidente, no son pocos los que pueden sentirse identificados con una forma o con otra.

Es más, es posible que en unos momentos de la vida uno se incline más hacia la forma epicúrea de entender el amor, y en otros se acerque a los estoicos.

Pero lo que más me fascina de todo es que llegaban a una conclusión muy similar: los amigos son también compañías a las que amar, a pesar de los demás amores.

Y eso es también importante hoy, que es San Valentín.

Y siempre.

Nos leemos 🙂