El estoicismo está de moda.

Pasa con muchas cosas: cuatro o cinco figuras lo petan en el mundo anglosajón con X tema y en dos o tres años ese tema lo peta por aquí.

No está bien ni mal, a los que hacemos marketing nos resulta útil porque así tenemos artículos de “tendencias del próximo 2021”. Otra cosa es que acertemos.

En fin, alguna vez te he contado que me gusta el estoicismo.

He escrito sobre sus bonanzas en varios artículos del blog y he hablado en la newsletter sobre sus estrategias psicológicas y su utilidad.

Yo practico algunas de ellas.

Pero el otro día me preguntaron qué querría transmitir con todo este proyecto y mi marca personal y esas cosas.

Como cuando le preguntas a alguien cuál es su propósito en la vida. Una pregunta como otra cualquiera.

Pues mira, además de ganarme el pan, me gustaría que la gente que me leyera desarrollara un pensamiento crítico.

Enseñar a mis hijos a poner “la vida entre paréntesis” desde un sano escepticismo antes de establecer cualquier tipo de conclusión absoluta y a apreciar los matices de las cosas.

Así que aquí estoy.

No eres mi hijo, pero estás leyendo esto.

Aquí van unas cuantas cosas en las que se equivocaban los estoicos:

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Hay emociones negativas y positivas

Si haces un estudio histórico de las emociones, verás que algunas han sido consideradas buenas en unas culturas y malas en otras.

Esto no es un artículo académico en una revista especializada ni lo pretende, así que voy a saltarme muchas cosas intentando perder el mínimo rigor por el camino.

En el estoicismo, las emociones negativas son causa de dolor, y el dolor nos hace infelices. Debemos aprender a controlar las emociones negativas para poder ser felices.

También debemos hacer algunas otras cosas, pero no dejarse llevar por las malas emociones es fundamental. La rabia, el enfado, la vergüenza, los celos.

Para ello proponen desapegarse de las cosas que generan esas emociones, e intentar tras mucha práctica ser indiferentes a las causas de esas malas emociones.

Imperturbables. Estoicos.

Pero el estoicismo también tiene una parte moral que va más allá de la utilidad que se puede observar a simple vista.

De hecho, la utilidad personal de las técnicas psicológicas del estoicismo sería algo despreciable para los estoicos, puesto que su pensamiento tenía una clara vocación social, en consonancia con la idea de los griegos de que somos seres sociales que interactuamos continuamente… y que tenemos una responsabilidad para con los demás miembros de la comunidad (en su caso, polis).

Para recapitular, el círculo: cuando se practica el estoicismo uno se acerca a la virtud, luego ser virtuoso también tiene que ver con esa imperturbabilidad.

vivir virtuosamente es la forma de comportarse que debemos seguir para ser feliz. Esa imperturbabilidad, ataraxia, es la que nos acercará a ser felices.

Vale. Evito lo malo, busco la virtud, persigo ser feliz.

Controlo mis reacciones cuando siento cosas negativas. Intento comportarme de forma correcta. Soy estoico, ¿no?

Cuando leemos a los autores del estoicismo romano (la tercera etapa en la que se divide tradicionalmente el estoicismo antiguo) vemos continuamente consejos sobre cómo comportarnos en situaciones reales.

Séneca explicaba qué hacer cuando recibías un insulto. Dedicó toda una obra epistolar a consolar a su madre por la tristeza de tenerle en el destierro. Marco Aurelio explicaba cómo evitar caer en cotilleos y no acudir al circo (el equivalente de ver Sálvame), y rodearse de gente que te hiciera bien.

Pero a mí me surgen preguntas.

Primera: ¿es el estoicismo siempre una forma de resignación? Si no lo es, cuando buscas que cada vez te afecten menos las cosas negativas, ¿estás perdiendo cierta sensibilidad? Si es así, ¿debería perderla?

O por ejemplo… ¿Las emociones que se consideran malas son malas siempre, o hay casos?

O también… De las emociones malas… ¿sale siempre algo malo, o pueden salir cosas buenas?

Verás, esas preguntas no son preguntas tontas.

Y se las han hecho autores respetables mucho antes que yo.

Nietzsche, el estoico

Supongo que el nombre de Friedrich Nietzsche te sonará. Es un autor relativamente popular entre los jóvenes, aunque no tanto como lo es E. L. James entre las chicas de mi generación (pista: es la autora de 50 Sombras, guiño, guiño).

Lo de que Nietzsche es un autor relativamente popular entre los jóvenes me lo dijo un profesor en la facultad.

A ver, ¿no va a querer un joven leer sobre lo guay que es vivir la vida al máximo en toda su grandeza y arrasar con todo?

¿No va a sentirse mejor al descubrir que Dios ha muerto y no pasa nada porque sea así?

Bueno, no sé.

Yo no leí a Nietzsche en mi juventud, lo leí más tarde.

Pero a lo que me interesa aquí: hay cosas en el trabajo de Nietzsche que se han relacionado muy mucho con el estoicismo.

Hay autores, incluso, que dicen que Nietzsche abrazó el estoicismo en sus últimos años de vida. Sabemos que leyó el Manual de Epicteto por aquel entonces y que hay algunas influencias del estoicismo en algunas de sus obras.

Otras cuestiones no son meras influencias y son grandes coincidencias, directamente.

Como por ejemplo, la idea del eterno retorno (estoicos y Nietzsche creían que el mundo se repite una y otra vez en ciclos de milenios, como un enorme Día de la Marmota).

O también coinciden en la idea de que es mejor aceptar el destino que te toca. Por razones muy diferentes, pero coinciden en esa idea.

Pues bien, también discrepan, y mucho. De hecho, Nietzsche identificó claramente el estoicismo como una forma de ver la vida típica de la gente… débil.

¡¿Cómo?! ¡¿Débil?!

Ya, ya lo sé. Miras el estoicismo (sobre todo en su versión recientemente popular) y te parece inconcebible que pueda ser algo propio de débiles.

Con la de esfuerzos que hay que hacer para fortalecerse y exponerse a la incomodidad dentro del estoicismo, ¿verdad?

Pues Nietzsche mantuvo seriamente esta idea.

De hecho, Nietzsche defendió que la moral estoica es un tipo de moral religiosa que contribuye a la debilidad de la mente humana.

Esa moral religiosa no lo sería solo porque existen ritos (o técnicas) dentro del estoicismo, sino porque van encaminados a que uno se anestesie por dentro, deje de sentir parte de lo que es.

Nietzsche no andaba desencaminado en su paralelismo: el cristianismo primitivo tiene muchísimo de estoicismo romano. Eso ha dado para muchos libros, si te interesa déjame un comentario y te cuento.

Pero… ¿cómo puede ser que Nietzsche tilde de débiles a Marco Aurelio, a Epicteto, a Musonio?

Fácil: Nietzsche abraza todas las pasiones.

No solo las malas, las que rechazan los estoicos. Las abraza todas.

Porque cree que quien renuncia a ciertas pasiones renuncia también a una parte de la vida que es valiosa, que se puede disfrutar.

Y porque cree que quien se somete al dolor a bajas dosis para evitar grandes dolores en realidad es débil, porque prefiere acobardarse evitando una parte del mundo antes de aceptarlo como es y engrandecerlo.

A fin de cuentas… ¿no nos han dado las bajas pasiones ejemplos bellísimos en el arte? Aquella novela que se escribió desde los celos, aquellos cuadros pintados desde la más terrible de las tristezas…

Falta de precisión quirúrgica

Por resumir muy mucho, en el estoicismo ser virtuoso te acerca a la felicidad, como te he dicho.

Para los estoicos hay cuatro virtudes cuya práctica es necesaria para ser feliz: templanza, valentía/fortaleza, justicia y sabiduría. La sabiduría es la reina de todas ellas.

Es importante entender que las virtudes para los griegos son algo que se practica y no algo que se alcanza, porque esto implica que el individuo debe actuar y no desear, como veremos más adelante.

¿Te acuerdas de que te he dicho que los cristianos primitivos tenían mucho de estoicos? Cogieron las virtudes estoicas, le sumaron 3 y listo: se montaron las 7 virtudes. Te sonarán:

Virtudes cardinales: templanza, fortaleza, justicia y sabiduría.

Virtudes teologales: fe, esperanza y amor/caridad.

Parece mentira que siendo cristiano uno se acerque al estoicismo. Debe ser que nos hemos perdido algo por el camino, porque no veo a muchos de los estoicos actuales dándoselas de cristianos… 

A los llamados neoestoicos del siglo XVI sí, claro. Pero ese es otro tema.

La importancia de la felicidad

Te decía que en el estoicismo la virtud te acerca a la felicidad. Muchas escuelas han mantenido que el propósito del ser humano en esta vida es ser feliz.

Estas escuelas desarrollaron una idea de cómo debe vivir la gente para acercarse a la felicidad y cómo deben las personas relacionarse entre sí para conseguirlo. Cuáles son los principios que se deben seguir. Crearon sus propias éticas.

En consonancia, estas éticas se llaman éticas de la felicidad o eudaimónicas.

Es un palabro raro, pero eudaimonía es la palabra griega que habitualmente designa “felicidad” en las traducciones de hoy en día.

Solo que la idea de felicidad griega y romana es un poquito diferente de la nuestra.

Para empezar, la felicidad no es algo que se tiene, o que se es (feliz). Es algo a lo que se aspira y que quizá se alcanza.

Porque el ser humano está aquí para realizarse a sí mismo y cumplir su potencial en su camino a ser feliz.

Mira, por esto es tan popular el estoicismo en el entorno fitness. A las reacciones químicas que ocurren en nuestro cuerpo al hacer deporte y a la mejora del rendimiento y la apariencia física se le puede suponer un tipo de realización personal.

Te entrenas, te acercas a cumplir tu potencial.

Creo que es fácil de entender por qué la idea de felicidad = realización personal encaja bien entre los que practicamos deporte.

Si es que nos sentimos bien al mejorar, leñe. Pues ya está, ¿no?

No.

Como te dije en una newsletter, un estudio y práctica del estoicismo honestos (y este post sirve solo para poner puntillas en cosas que, quizá, ya dabas por supuestas) requiere profundizar en la historia de la filosofía griega.

En las partes del estoicismo que no son tan atractivas como saber qué debes sentir cuando te insultan. En la importancia que tenían para ellos la lógica o la retórica, por ejemplo.

Y la forma de entender las virtudes.

¿Eres una persona justa o injusta?

A ver, si te preguntaran, ¿dirías que eres una persona justa o injusta?

Y los estoicos, ¿darían la misma respuesta que tú darías?

Para los estoicos, ya lo has visto más arriba, ser justo en la vida te acerca a la sabiduría, esta a la virtud y esta… a la felicidad.

Veamos. Te voy a poner un ejemplo.

No es mío, luego te digo de quién lo parafraseo.

Imagina tres niños, están discutiendo por quién debe tener una flauta.

Uno de ellos argumenta que es la única persona que la sabe tocar, así que debe quedársela porque de otra manera se desaprovecharía tan fino instrumento.

Los otros dos no dicen que sepan tocar.

¿Y tú qué harías? ¿Se la das, llegado el caso?

Y el estoico, ¿qué haría?

Espera, que ahora tenemos más información. Otro de los niños dice que es terriblemente pobre, y que si no se queda la flauta, no va a poder pagársela nunca jamás.

Los otros dos no dicen que también sean pobres.

¿Qué haríais, tú y el estoico, el estoico y tú?

Más información aún. Resulta que el tercer niño es quien lleva trabajando duro mucho tiempo para construir la flauta con sus propias manos.

Ahí, con la madera, dale que te pego, prueba arriba y prueba abajo.

Y los otros reconocen que se la han querido quitar.

¿Qué harías?

Insisto, el ejemplo no es mío. Está en la introducción a La idea de la justicia, de Amartya Sen (editado en castellano por Taurus) y sirve para explicar que hay varias formas de entender qué cosas son justas y qué cosas no.

Precisamente por esto, porque el estoicismo es inseparable de los casos prácticos por definición, es conveniente precisar qué es exactamente ser justo y qué no.

O podríamos pensar que somos muy estoicos y hacer cosas terriblemente injustas para nosotros mismos… o para los demás.

Por esto, entre otras cosas, el estudio honesto y la práctica del estoicismo necesita de profundidad, maduración y tiempo.

Se puede practicar el estoicismo sin hacerlo, claro que sí.

Pero a menos estudio y menos recursos para saber cómo comportarse en cada lugar… más riesgo de que esa práctica, esa praxis no sea nada buena y nada estoica.

Sea, en realidad… mala praxis.

Ser estoico es fácil si sabes cómo

O más bien, si eres el mandamás del Imperio Romano (como Marco Aurelio).

El estoicismo, hemos visto, está íntimamente ligado a la práctica. Se practica en cada situación comportarse de forma virtuosa para ser feliz, ¿verdad?

Bueno, pues el estoicismo también está ligado a otras dos ideas, que hacen que compararse con Marco Aurelio sea un poquito torpe.

Son la clarividencia y la capacidad de actuar.

Como ya te he comentado, para los estoicos es muy importante distinguir entre las cosas sobre las que se tiene control y las que no.

Las que no puedes controlar no deberían llevarse tu atención siquiera, y sobre las que sí puedes controlar, es decir, puedes actuar… pues actúas, evidentemente.

De esta manera, todas las cosas que puedan hacerte sentir esas emociones negativas, corresponden a una gestión equivocada de tus expectativas sobre lo que puedes controlar.

¿Qué te jode que te insulten? Ah, mala suerte, ¿por qué esperabas que te respetaran? Nadie te debe nada. No puedes controlar a los demás. No pienses en ello.

Como estrategia, insisto, es muy útil. En el mundo emprendedor también, saber qué puedes controlar y actuar sobre ello ayuda a reducir la ansiedad.

Pero eso no hace que las personas a quienes les duele un insulto sean débiles. Ni tampoco poco virtuosas.

Aquí te he explicado lo importante que es la capacidad de actuar. ¿Y qué pasa con la clarividencia?

Yo la he llamado capacidad de discernir en otros posts. La clarividencia, capacidad de razonar… etc. también se refleja en la dicotomía del control (qué puedo controlar VS. qué no).

Y es que para ser estoico debes tener una capacidad de razonamiento mínima. ¿Qué pasa cuando crees que puedes actuar sobre algo, pero te equivocas?

Un estoico diría que no mucho, te expones si acaso al ridículo, pero ya está.

Bien. Y, ¿qué pasa cuando crees que no puedes actuar sobre algo, pero sí podías?

La práctica de la virtud en el estoicismo está íntimamente ligada a la capacidad de actuar y a la clarividencia.

A mayor capacidad de actuar sobre las cosas, mayor facilidad para ser estoico. Por eso resulta irrisorio en muchos casos compararse con Marco Aurelio.

Y más allá: si la única forma de ser feliz en esta vida es la estoica, estamos asumiendo que una enorme parte de la sociedad no puede serlo.

Ni los niños, ni las personas con discapacidad intelectual. Ni muchos adultos, la verdad.

¿Resulta que el objetivo en esta vida del ser humano es realizar la versión potencial de lo que puedes llegar a ser… y la gran mayoría ni siquiera tiene la posibilidad de empezar?

Pues vaya.

Ser estoico es asumir muchas cosas implícitas

Te he hablado de la importancia de tener claro qué es ser justo, de que las cosas cuando tienes poder son más fáciles… pero eso no es lo único que hay que aceptar de forma implícita en el estoicismo.

Verás, cuando te explicaba las similitudes entre Nietzsche y los estoicos te contaba que ambos mantienen que debes aceptar el destino que te toca.

En los estoicos, el destino es la consecuencia de lo que quiere el Logos. El Logos es su versión de Dios y está en todas las cosas: todo es Dios. Así que todo lo que ocurre, es Logos y corresponde a sus designios.

Dime tú si encontrar paz en las cosas absurdas y jodidas de la vida no es más fácil cuando crees que hay un Logos que está detrás dándole sentido a lo que te pasa aunque tú no se lo veas.

Quizá ahora serían de los que dicen que la pandemia es cosa de la madre naturaleza castigándonos, no sé.

Lo que es seguro es que nos dirían que aceptáramos nuestro destino, sea cual sea.

A los lectores atentos les habrá surgido una duda (o muchas).

Espera a ver… si los estoicos creían en el eterno retorno, que vivimos siempre El Día de la Marmota pero en periodos de miles de años… y creían que debemos aceptar nuestro destino… ¿para qué exactamente debería yo actuar sobre las cosas que puedo controlar y perseguir no se qué virtud ni felicidad ni qué ocho cuartos, si estoy predestinado a hacer lo que sea que el Logos quiera?

Ah… ya.

Bueno, porque los estoicos se sacaban de la manga que aunque así es como funciona el mundo, en realidad tú no puedes conocer tu destino y sí que eres responsable de lo que hagas y debes rendir cuentas, aunque estés destinado a ello.

Y ya está. El libre albedrío estoico en una frase.

Es cierto, te cuento todo esto con cierta sorna. Pero es que el estudio de cualquier corriente, la adhesión a cualquier sistema de pensamiento (ya no digamos ideología) implica encontrar cosas que pueden ser contradictorias.

Y eso, si queremos hacerlo de forma honesta.

Cuando se estudia filosofía (y no hace falta ir a la facultad para eso) en seguida te das cuenta de que los principios (o las virtudes) de cualquier corriente de pensamiento pueden entrar en conflicto.

Por eso, al margen de la utilidad puntual de ciertas estrategias de sobra respaldadas por la psicología actual, el estudio del estoicismo debe hacerse desde una cierta duda, un cierto escepticismo.

Las palabras que resuenan con uno mismo en un momento determinado pueden no resonar después.

Las lees, son cambia-vidas momentáneas, las sigues, se convierten en mantras.

Pero puede ser que algún día esas palabras ya no vuelvan a resonar más contigo y con tu mundo.

Insisto: yo utilizo muchas de las técnicas estoicas. Me han calificado de estoica antes de que yo pudiera decir siquiera que las aplicaba.

Pero hay ciertas cosas que no puedo resolver desde el estoicismo, y saberlo me ayuda, sobre todo, a saber que debo seguir buscando.

Estudiar filosofía de forma honesta también es eso.

Seguir buscando, toda la vida.